Aranceles

La respuesta a los aranceles de Trump exige planes de contingencia en las empresas, según un informe de LLYC

MADRID
SERVIMEDIA

Estados Unidos afronta la guerra comercial con Europa por los aranceles en el terreno agroalimentario en una situación de menor superioridad que en el conflicto similar que hubo con la primera Administración Trump, pero para responder con firmeza desde el Viejo Continente, se requiren planes de contingencia en las empresas del sector y una buena coordinación entre los Estados de la UE.

Son conclusiones recogidas en el informe ‘La América First de Trump impacta en el sector agroalimentario”, elaborado por la Oficina Alimentaria de la consultora LLYC.

Los autores del estudio sostienen que a diferencia de la primera legislatura de Trump, la robustez del sector agro, especialmente en España, y la creciente interdependencia de la industria norteamericana, sitúan a Estados Unidos en una posición de partida menos confortable para una guerra comercial.

Los expertos de LLYC defienden que las empresas españolas desarrollen “planes de contingencia que fortalezcan la resiliencia de su cadena de suministro”.

Además, ven necesario tejer alianzas estratégicas en en la UE y diversificar mercados, apostando por Asia-Pacífico y América Latina para reducir la dependencia de Estados Unidos. Creen que países como China, Japón y Brasil aparecen como alternativas reales para las exportaciones españolas.

INNOVACIÓN

El informe pone el acento en que el enfoque proteccionista de Trump también puede estimular la innovación en el sector agroalimentario europeo.

“La presión para competir con productos nacionales en el mercado estadounidense puede hacer que nuestras empresas resalten valores esenciales como la autenticidad o la responsabilidad social. En un contexto de desregulación, consideran clave consolidar nuestros productos como referentes de calidad, seguridad y sostenibilidad, con certificaciones y prácticas verificables”, señala el informe.

Otro aspecto importante es la respuesta de la Unión Europea al potencial conflicto. La apuesta por impulsar la autonomía estratégica, también en el sector agroalimentario, será fundamental, según los autores del studio. “Las acciones han de ser coordinadas, y con recursos disponibles en el marco de la OMC y del multilateralismo que propugna la UE. La aplicación de potenciales medidas de retorsión, mediante la aplicación de aranceles recíprocos y la búsqueda de mercados alternativos, podría poner en jaque sectores como el de las habas de soja estadounidense, fundamental para la alimentación animal, y que ha doblado el valor de sus importaciones en nuestro país en el último lustro”.

La balanza comercial del sector con Estados Unidos arrojó el año pasado un saldo positivo récord de 1.710 millones de euros para España. Aceite de oliva (1.013 millones de euros), vino y mosto (334,8 millones) y otras legumbres y hortalizas en conserva (247,1 millones) serían, en principio, los más expuestos a una potencial implantación de aranceles en plena escalada de tensión arancelaria a nivel global. El jamón ibérico, el cordero y el ganado vacuno de alta calidad también podrían enfrentarse a una situación compleja, según recoge el informe.

Estados Unidos es ahora mismo el principal socio comercial de España fuera de la UE. Los envíos representan el 15,3% del total de las ventas agroalimentarias españolas al exterior. Es el principal mercado para el aceite de oliva envasado y el segundo del aceite de oliva a granel, solo por detrás de Italia. El valor de las transacciones ha aumentado un 57,7% en los últimos tres años. En el caso del sector vitivinícola, España se mantiene como el cuarto principal exportador (tras Francia, Italia y Nueva Zelanda). La facturación ha experimentado un notable crecimiento duplicando su importe en las últimas dos décadas.

“Más que nunca Europa debe reforzar su autonomía estratégica. Es crucial para el sector agroalimentario. España debe jugar aquí un papel fundamental, tanto por razones históricas como por el valor único y diverso de nuestra cadena alimentaria. Somos el segundo país del mundo con mayor diversidad alimentaria y tenemos producciones de enorme calidad y competitividad en precio. Eso nos debe permitir reforzar y ampliar nuestros mercados de exportación. Tenemos que convertir los riesgos en oportunidades”, afirma Fernando Moraleda, director de la Oficina Alimentaria de LLYC.

(SERVIMEDIA)
13 Mar 2025
JRN/gja