En declaraciones a Servimedia, el abad dijo que la celebración litúrgica de mañana es también un funeral por todos los caídos durante la Guerra Civil, que tiene lugar desde hace cincuenta años.

"La inmensa mayoría de los asistentes sabe perfectamente a qué viene, se atiene estrictamente al sentido únicamente religioso del acto y acepta perfectamente participar en la celebración con esta dimensión", aseveró.

El padre abad aseguró que no va a haber ninguna novedad en la celebración de mañana y que en su homilía se atendrá a lo que es la tradición de esta celebración desde hace años. "Si alguien exterior a la propia comunidad y al propio Valle de los Caídos tiene algún otro tipo de intención, será su asunto particular", manifestó.

LAS DOS ESPAÑAS

El abad afirmó en la homilía que pronunció el pasado año durante la misa en memoria de Francisco Franco que el Valle de los Caídos no es el monumento a una victoria, sino "el lamento por una guerra y por los muertos en ella", y que allí "no hubo lugar para la discriminación entre las dos Españas".

El 19 de noviembre de 2005, cuando ya se había abierto el debate sobre la Ley de Memoria Histórica presentada por el Gobierno, que se encuentra en trámite en el Congreso, el abad sugirió, ante la posibilidad de convertir el Valle en un Memorial, que "si éste va a tener por objeto a las víctimas de la guerra, que son las verdaderas protagonistas, nadie va a imaginar un monumento conmemorativo más digno, ni esas víctimas, si pudieran opinar, iban a pedir otro distinto a él"

"Más bien", añadió el abad en su homilía, "se removerían en sus sepulcros ante la perspectiva de ser arrancados de este seno materno que les cobija en la actualidad, o de ver profanada la atmósfera sacral de la basílica y del Valle, bastante más acogedora que los homenajes laicos que les prometen".

Organizaciones de víctimas de la represión franquista, como el Foro de la Memoria, han solicitado al Gobierno que prohíba la celebración de mañana por considerarla "un acto de apología del franquismo, un régimen condenado en 1946 por la Asamblea General de Naciones Unidas".