En una cena-mitin en la Ciudad de las Ciencias y las Artes de Valencia que congregó a unos 3.000 militantes muy entusiastas y participativos, Sánchez invitó también a su homólogo de Podemos, Pablo Iglesias, a que “explique a los parados” que él, antes que aprobar las mejoras a su situación que proponían los socialistas, antepuso quedarse con el control de los espías y los jueces y, al no conseguirlo, rechazó la investidura de Sánchez.

Uno de los reproches recurrentes de Sánchez a Iglesias en esta campaña ha sido que se negara a investirle cuando ello habría puesto en marcha automáticamente un programa de izquierdas con el que Podemos se sentiría muy identificado, pues apela al mismo electorado que el PSOE, pero que lo imposibilitó al exigir quedarse con el control del CNI, el de TVE y el de varios ministerios estratégicos y muy poco sociales, como Justicia o Defensa.

Sin embargo, hasta ahora no había emplazado retóricamente a Iglesias a explicar a uno de los colectivos perjudicados, en este caso los parados, las consecuencias de su rechazo a la investidura.

Por lo demás, Sánchez volvió a incitar a la movilización frente a la “resignación”, porque “nunca lo hemos tenido fácil”, y a hacer lo que el carismático político Pedro Zerolo les habría pedido: ganar voto a voto y calle a calle, puesto que “los malos gobernantes son elegidos por aquellos que no votan”, y el PSOE es la única solución entre “los que no reivindican nada” y “los que reivindican romper con todo”. Según subrayó, “siempre que España ha necesitado cambio ha utilizado la socialdemocracia, que es el Partido Socialista”.